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El almendro en flor, las abejas melíferas, mis técnicas de campo para fotografiar su relación más íntima y una gran preocupación.

abejaja melifera aproximandose a las flores del almendro

Durante el mes de enero están los almendros en flor dando al paisaje árido del secano levantino ese color blanco o rosa claro, que unido a la luz suave del sol de invierno crea un ambiente de singular belleza. Aunque me gusta contemplar este espectáculo, y fotografiarlo, me apasiona más adentrarme en él y disfrutar de esa relación mutualista entre la flor del almendro y las abejas. Al color de hojas y flores y al azul del cielo se suma el zumbido de estos insectos que se integra en ese silencio sonoro del campo.

INCISO: Por cierto, la música seleccionada para escuchar durante la lectura de este artículo es un tema del magnifico pianista francés de Jazz Claude Bolling, “Rococo” del album “Picnic Suite”, que interpreta con su trío de piano Jazz y los instrumentistas de música clásica Jean-Pierre Rampal a la flauta y Alexandre Lagoya a la guitarra. Seguro, seguro, que Bolling lo compuso observando a las abejas en el campo, donde también se tuvo que hacer algún ensayo.

Las flores del almendro son hermafroditas, cada una tiene estambres y pistilo, pero los almendros son autoestériles por lo que la polinización tiene que ser cruzada para que la flor de ese fruto que es tan propio de la gastronomía mediterránea: la almendra.

Campo de almendros en flor
macrofotografia de la flor del almendro

Las abejas melíferas, las obreras, realizan muy disciplinádamente esta misión transportando el polen de las flores de un árbol a otro. Cuando las abejas hurgan en las flores buscando su recompensa, el polen se adhiera a los pelos de su cuerpo que están cargados de electricidad estática. Las flores para gratificar a este organismo por sus servicios le suministran a las abejas su alimento: el néctar y el polen. El néctar lo fabrica el almendro en exclusiva para la abeja en unas glándulas, los nectarios, que están situadas estratégicamente por encima del pedúnculo floral y en la base del pistilo. De esta forma cuando la abeja está faenando para extraer el néctar se transfiere algo de polen de su cuerpo al pistilo y si este es de otro árbol, pues ya probablemente tengamos una futura almendra. Realmente es una relación muy intima.

abeja melifera libando en la flor del almendro

La flor del almendro además produce mucho más polen del que realmente es necesario para la polinización, de tal manera que hay un excedente importante que es para el consumo de las abejas. El polen para consumo propio lo transportan las distintas especies de abejas y abejorros siguiendo distintas estrategias evolutivas: Las más primitivas lo llevan mezclado con néctar en el buche; otras especies tienen órganos especializados como la scopa, que es como un cepillo de abundantes setas largas y que puede estar localizado en el abdomen o en las patas posteriores. Y otras, las de la familia Apidae poseen órganos aun más especializados llamados corbículas y localizados en las patas posteriores. No soy ni mucho menos un especialista en este tema –y yo diría que en casi ninguno- pero apuntaría que en algunas fotos se distingue este “capazo” de polen.

detalle de lascorbículas en las patas posteriores de la abeja melifera

De esta forma las abejas obtienen hidratos de carbono del néctar y de los estambres, aunque estos últimos aportan también proteínas y algo de lípidos. Ciertamente una dieta muy energética pero equilibrada en cuanto que su labor requiere de un aporte importante de energía. Sólo hay que observarlas detenidamente y su incesante movimiento puede llegar a fatigarnos; es algo así como si observamos atentamente los movimientos de un niño cuando está jugando. Tremendo.

Y nosotros, los humanos, nos beneficiamos de esa relación mutualista de ambos organismos. Qué sería, por ejemplo, de la repostería mediterránea sin la miel y la almendra, el pollo en pepitoria no existiría, y cómo acompañaríamos la hueva de mújol sin almendras, y que sería de mi café con leche matutino sin miel. ¡Qué desastre!

 abeja melifera en la flor del almendro

Mis técnicas de campo para esta fotografía tan íntima

Aunque he gastado muchas horas intentando fotografiar a las abejas en los almendros –también en mi limonero– no he llegado aún a una metodología de campo precisa y concreta. Las técnicas propias de la fotografía para este propósito en principio si las tengo ya claras. Para un día despejado y sin viento y con un objetivo zoom 18-200 mm: La velocidad de obturación la fijo en torno a 1/400 ya que tanto las abejas como yo nos movemos, y la distancia focal es por lo general entre 150 y 200 mm; la sensibilidad ISO entre 200 y 400; la abertura de diafragma la que automáticamente decide la cámara que suele ser 5,6-7,1; y subexpongo, -1/3 o -2/3, para que el color blanco de los pétalos de las flores no se “torre”.

La dificultad la encuentro en el método de campo o de “caza” fotográfica. En principio sigo dos procedimientos: Fotografía a la “Espera”, es algo así como la técnica de los pescadores submarinos para la captura de algunas especies o en determinados lugares con corrientes significativas. Me quedo quieto enfocando con la cámara fijamente una flor o un reducido grupo de flores para cuando alguna se posa, o pasa por el campo de visión, disparar. Suena bien ¿no? Pues no, lo normal es que aunque haya muchísimas abejas revoloteado por ese árbol ninguna se ponga a “tiro”. Me inquieto, e incluso llego a ponerme ansioso, muevo la cámara a otra posición y es, en ese preciso momento, cuando alguna se acerca a la dichosa flor; cuando vuelvo a la posición inicial por lo general ya se ha ido. Bueno, alguna vez lo consigo.

abeja melifera al vuelo

La segunda técnica es Fotografía “EQC” o “Estate Quieta Coño” o “Estate Quieta Carajo”, cuya denominación surge de la frase que repito constantemente cuando la pongo en práctica; pero eso sí, con respeto y mucho cariño. Consiste en seguir con la cámara a un ejemplar concreto. Aquí surge un problema añadido: utilizar el autofocus o el enfoque manual. El problema con el autofocus es que, aunque suele ser rápido y certero, cuando estas siguiendo algún ejemplar, y justo cuando vas a disparar, se interpone algún objeto -una rama, una hoja o una flor- y, como al menos mi cámara no es capaz de conocer mis intenciones, enfoca el objeto extraño no deseado y la abeja queda en la fotografía desenfocada. Entonces desactivo el autofocus-autodesenfocus, manualmente voy enfocando continuamente pero como la profundidad de campo es pequeña, el bicho no se está quieto, y yo debo de ser muy lento, cuando disparo la abeja se ha salido del campo de visión o queda en una esquina.

Hay otra circunstancia adversa: localizas una abeja trajinando en una flor, te aproximas, no puedes evitar pensar que tienes suficiente tiempo, decides una exposición apropiada, enfocas y cuando estas presionando el disparador se mueve o se va. Bueno, alguna vez lo consigo. Así que en una jornada de estas, finalmente mezclo las técnicas y opciones, y realmente aún no se cual es el procedimiento más apropiada o eficaz. No, no consigo ser metódico, pero me lo tomo con buen humor y realmente paso unos momentos muy divertidos.

Existe, no obstante, una tercera técnica que creo haber descubierto en casa cuando estoy viendo las fotografías en el ordenador – Sistema Operativo GNU/Linux por supuesto- y editando los archivos RAW: Fotografía al “Tuntún”. Hay fotos que estoy convencido que he disparado sin ser del todo consciente, incluso apostaría que de forma fortuita, y en algunas de estas, premio: una preciosa imagen de ese momento intimo de la relación mutualista de las abejas y las flores que tanto me gusta fotografiar. Idílico.

arbol de almendro en flor
ramas de almendro llenas de flores
arboles del almendro en flor
macrofotografia de la flor del almendro
abeja melifera recorriendo una flor del almendro
abeja melifera y flor del almendro
abeja melifera libando en la flor del almendro
abeja melifera aproximandose volando a la flor del almendro
abeja melifera y flor del almendro
abeja melifera

Idílico sí, pero preocupante también. Todos tenemos que estar preocupados. Muy, muy preocupados. Porque abejas y abejorros están en peligro, las causas son varias, y las repercusiones ecológicas y económicas tremendas. Ver por ejemplo: “La desaparición de las abejas en todo el mundo: un problema ecológico y económico”, “Global honey bee colony disorders and other threats to insect pollinators”, “Riesgos para las abejas asociados a insecticidas neonicotinoides”, o “Múltiples vías de exposición a los pesticidas en abejas que viven cerca de campos agricolas”, y etc., etc, etc.

 Saludos flamencos,

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10 ideas sobre “El almendro en flor, las abejas melíferas, mis técnicas de campo para fotografiar su relación más íntima y una gran preocupación.”