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My Song For Terence by Ben García y La Elegía a Ramón Sijé de Miguel Hernández.

En este último vídeo que aquí presento, Ben interpreta en solitario una canción inundada de tristeza y melancolía, ha perdido a su amigo Terence, ha desaparecido, se ha ido. Ya no se verán nunca más, ni hablarán, ni reirán o llorarán juntos. Cuando piense en él será en pasado porque para su amigo ya no hay presente ni futuro. Si, hoy y mañana su amigo estará en su memoria pero será un recuerdo, no se volverán a encontrar. Siempre es difícil asimilar la muerte pero mucho más cuando eres joven y la vida es eterna. Pero algo perdurará en lo más profundo de Ben, algo difícil de comprender, y más aun de explicar, porque Terence forma ya parte de la esencia de Ben, forma parte de esa canción triste y melancólica, de sus proyectos, de su tiempo, de su vida. Un amigo nunca se va, permanece en nuestro ser; no termino de comprenderlo pero quiero creer que así es. ¿No es cierto amigos?… Sí, aquí estáis.

Ben García: I wrote this song for my friend Terence who recently passed away. I hope he can listen to it and know that he will always be loved and missed. Terence, my heart goes out to you and your family.

No puedo evitar que venga a mi mente “La Elegía a Ramón Sijé” de Miguel Hernández, y aquí la pongo esperando que mi hijo la lea para que la profundidad y belleza de los versos le reconforten.

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha
muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien
tanto quería.)

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que pordoler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera;
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y en tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas …
del almendro de nata le requiero,:
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

Miguel Hernández, a 10 de enero de 1936

Saludos flamencos,

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