Una tarde despejada del mes de agosto con una temperatura relativamente agradable, al igual que el resto del día, cuando regresábamos al hotel en el que estábamos hospedados en New York y al salir del metro a la calle, estaba comenzando a llover. Como buenos murcianos deseosos de lluvia nos resultó encantador pero de pronto apretó de tal forma que -también como buenos murcianos no acostumbrados a mucha agua cayendo del cielo ni de ninguna otra parte- incluso nos asustamos un poco; parecía la gota fría que sufrimos en el levante español cada tantos años. No obstante, aquello fue todo un espectáculo y no pude evitar hacer fotos como el buen y sufrido turista que en esos momentos era. Pero lo sorprendente es que al cuarto de hora, más o menos, ceso la lluvia, el cielo se despejo, la atmósfera y las calles se habían limpiado, los coches relucían como los “chorros del oro” y la vida ajetreada de la ciudad continuó como si nada hubiera pasado. Grandioso.
Esta última foto la hizo mi hijo, el de bencoolboxer’s channel, y el de la coronilla con la cámara de fotos no es un fraile aunque lo parezca.
Saludos flamencos,
2 ideas sobre “Una tormenta de verano en New York”
Ademas lleva el nombre en la espalda.
Salud
Estupendas las calles después del aguacero