Este artículo se lo vamos a dedicar a una especie muy especial. El primer encuentro que tuve con ella, en vivo y en directo, sucedió en las Tablas de Daimiel, estaba en un observatorio ornitológico en la zona de la isla del Pan, apareció a cierta distancia por mi izquierda nadando despacio y sin pausas, me pareció algo tan raro que pensé en algún artefacto teledirigido, pero no, era un ser vivo, un ser vivo increíble y maravilloso.
La malvasía cabeciblanca (Oxyura leucocephala) es una anátida, o lo que es lo mismo, pero dicho de forma más popular, un pato, pero eso sí un pato muy curioso: cuando lo observo a lo lejos me parece un personaje sacado de un cómic y de cerca veo un pato maravillosamente raro e increíblemente singular.
Lo de cabeciblanca es obvio cuando observamos un macho pero no tanto al referirnos a una hembra. Como en otras muchas especies de anátidas hay un fuerte dimorfismo sexual siendo siempre el aspecto de los machos, por lo general debido a los colores del plumaje, más llamativo.
En el caso de esta especie un rango distintivo entre ambos sexos, es también el color azul del pico de los machos. Color, no obstante, que sólo esta presente durante la época reproductiva, después torna a un color gris oscuro. El pico -que es grande y abultado en la base, en las hembras también pero de líneas más suaves- tiene una forma muy característica y diferenciadora de la especie. Otra característica es la larga cola que suelen llevar erguida y perpendicular al cuerpo y cuando también alzan la cabeza, entonces el aspecto es muy, muy extraño, entre lo cómico y la ciencia ficción. Extraordinario.
Sin lugar a dudas, su aspecto no deja indiferente a nadie. En 1784 D. Bonaventura Serra la denomino «Ánade rarissima» al observar un macho en S’Albufera de Mallorca; los británicos Chapman y Buck, identificaron taxonómicamne a la especie a finales del siglo XIX en la Laguna de Santa Olalla (Huelva) y en la Medina (Cádiz) y la definieron como “la más extraordinaria ave que habían visto nunca” (La Malvasía Cabeciblanca: el pato de pico azul).
La población originaria ocupaba una gran zona que se iniciaba en el centro de Asia y terminaba en el extremo más occidental del Mediterráneo, incluyendo la península Ibérica y el norte de África. Posteriormente esta área de distribución se fragmento quedando dos núcleos uno oriental (Turquía, Irán, Afganistán, …) y otro en la parte occidental del Mediterráneo que incluye a España y el norte de África (Situación actual de la malvasia cabeciblanca). Aunque está calificada como especie en peligro de extinción y las amenazas para su supervivencia son bien conocidas (Malvasía cabeciblanca: proyecto life), sus poblaciones afortunadamente han ido aumentado durante los últimos años, llegando a ser, las de la Península Ibérica, las más importantes del núcleo occidental. Se ha citado en numerosos humedales de aguas dulces o salobres con cierta profundidad y abundante vegetación sumergida. Yo la he visto, en los tres años que me dedico a esta afición, en las Tablas de Daimiel y Laguna de Manjavacas en Castilla la Mancha; en la Albufera de Adra y la Cañada de las Norias en Almería; en las Lagunas de Campotejar en Murcia; y en el Hondo en Alicante. Y no la he visto en más lugares porque tampoco he estado en muchos más, pero todo se andará.
Es difícil avistarla volando, prefiere el agua y para huir o esconderse antes un capuzón que levantar el vuelo, y cuando se decide tiene que dar una potente carrera sobre el agua para tomar impulso; comportamiento que lamentablemente nunca he podido presenciar. La verdad que tiene que ser también aquí todo un espectáculo, imagínense su silueta con el cielo por fondo: cuerpo rechoncho, cortas alas, larga cola y pico abultado. Obviamente, no debe tener la elegancia del flamenco pero debe ser una imagen igualmente maravillosa. Siempre que se ha alarmado ante mi presencia nunca la he visto alzar el vuelo bruscamente como a otros patos, se ha alejado nadando, muy tranquilamente, como jugando al despiste, o simplemente se ha sumergido. Otra costumbre muy curiosa, es cuando reposa sobre el agua, o podríamos decir echa una siestecita. Gira la cabeza hacia atrás descansando la cabeza sobre el dorso de su cuerpo y hunde el pico entre el plumaje. Cuando la he tenido más de cerca, he podido observar que mueve ligeramente las patas para desplazarse con mucha parsimonia, en ocasiones describiendo círculos, y dando la impresión que se está dejado llevar por el empuje de la brisa o el suave movimiento del agua.
El cortejo se produce en los meses de febrero y marzo, que es cuando en los machos el pico se torna azul desde un color gris claro, y para el mes de agosto finaliza la época de reproducción. La nidada suele ser de cinco a diez huevos y la incubación tiene una duración de unos 25 días. En algún sitio he leído que los pollos son abandonados al poco de nacer por el macho y a los pocos días por la hembra. Sin embargo, lo que he observado este pasado mes de mayo durante varios días es ligeramente diferente, y es algo que les quiero contar con cierto detalle. Fue en el Parque Natural de El Hondo, lugar muy interesante del que ya les he hablado en dos ocasiones y que pueden consultar picando aquí y aquí.
Una mañana de domingo paseando vi entre los carrizos a un grupo de unos quince pollos, en ese momento no supe identificar de que especie se trataba, pero cuando se desplazaron pausadamente a aguas abiertas observé, primero, que un macho de malvasía se aproximaba vigilante a ellos y, seguidamente, me di cuenta de que eran tres los machos que estaban acompañando a los polluelos; se aproximaban y se alejaban. Claramente los estaban tutelando en su paseo por la laguna. Ocasionalmente también vi una hembra. Pero ¿eran tres padres con sus tres nidadas? Podría ser ¿no?
El sábado siguiente volví y encontré a los polluelos en el mismo lugar nadando tranquilamente, en ocasiones entre los carrizos, en ocasiones en aguas abiertas. Sólo había un macho vigilando los movimientos de los pollos, que ahora eran once. Al día siguiente volví y nuevamente los encontré en el mismo lugar, pero sólo eran cinco pollos y estaban custodiados por una hembra y un macho. Pero ¿dónde estaban los otros? O este grupo era otro diferente; no lo se.
La hembra estaba junto a los pollos, lo que me permitió apreciar el gran parecido que tienen, presentando también la franja oscura en la mejilla blanca que llega hasta la base del pico. En un momento dado, y ante la atenta mirada de la hembra, y yo diría la indiferencia del macho, los cinco se capuzaron simultáneamente y al medio minuto, más o menos, emergieron aunque en puntos distintos y a cierta distancia de la hembra, salvo uno que salió junto a ella. Posiblemente presencié toda una clase de buceo. Después la hembra y el macho se alejaron y se mantuvieron a bastante distancia.
Imagino que los pollos, como decía muy semejantes a la hembra adulta, según crezcan, y con los sucesivos cambios de plumaje, irán diferenciándose y los machos adquirirán el aspecto del adulto. El caso es que en el pasado mes de diciembre observé, tanto en la Albufera de Adra como en la Cañada de las Norias, algún grupo de ejemplares que me parecieron entonces sólo hembras; no caí en aquel momento en la cuenta, pero ahora escribiendo el artículo, y mirando con atención las fotos, creo que podrían ser juveniles entre los que habían machos y hembras pero aún no se había producido un cambio diferenciador en el plumaje. En el futuro estaré más alerta a este respecto y ya les contaré.
El fin de semana siguiente ya no volví, estuve en las Tablas de Daimiel aprovechando que tenía que asistir a una boda muy especial en Toledo; la visita como siempre espectacular y el evento resulto ser entrañable y muy divertido. Pero todo eso son otras historias que más adelante trataré y podrán conocer si tienen a bien pasarse por aquí.
Saludos flamencos,
2 ideas sobre “Una especie muy especial: la malvasía cabeciblanca cuidando a sus pollos en El Hondo y “Entre dos Aguas”.”
Muchas gracias por tan excelente y detallado relato, acompañado como siempre de magníficas fotografías.
Gracias amigo Ghermain, siempre es un placer tenerte por aquí.